Arequipa 2018: Día 1. Lima

          Finalmente, después de muchos días intensos me pude hacer un rato para sentarme a escribir. Mi intención original era ir bloggeando día tras día desde la convención, pero la intensidad del evento y la interminable agenda lo hicieron imposible. Así que aquí estamos, a casi cuatro días de haber regresado a la rutina, con algunas cosas menos frescas, pero otras más elaboradas y procesadas.

                El título oficial del evento fue «2nda Convención Internacional de Historiadores y Numismáticos» y es la continuidad de una innovadora y osada construcción que inició Daniel Oropeza Alba en Potosí en 2016. En aquel entonces la propuesta fue posicionar a la Villa Imperial y su inmensa e inmaculada casa de moneda en la mira de los numismáticos americanos y mundiales, objetivo que se logró con creces. Sin embargo el encuentro en tan idílico escenario de un grupo de apasionados por las monedas generó una consustanciación y confraternidad que demandaban que aquello no quedara solo en un evento aislado. Y pocos meses después se puso a funcionar la maquinaria, el humo comenzó a brotar a borbotones por la chimenea de la locomotora y el convoy se empezó a mover. En este caso, las riendas las llevó Cesar Corrales, quien nutrido de las experiencias de Daniel y su incondicional ayuda le dieron forma y vida al sueño.

                   La propuesta era ambiciosa,  5 días, 42 ponencias, 10 presentaciones de libros, 3 homenajes, 3 medallas, visitas turísticas y otras actividades accesorias. Haré un pequeño repaso de lo vivido.

Día 1: Lima

               Llegué a la ciudad capital a las 7 de la mañana habiendo salido a la 4:30 de Buenos Aires y con dos horas de ventaja que me proporcionó el cambio horario. Cindor. Me apresuré a llegar al Hotel a dejar el equipaje porque a las 10:00 estaba anunciada la salida del bus del paseo, tranquilo porque tenía margen, o al menos eso pensaba hasta que el indomable tránsito de Lima me acotó los tiempos. Dejé todo en la habitación (en la cual AGB ya me había asignado la cama pequeña junto a la puerta y la ventana) y corrí a comenzar el paseo con el grupo. Otra vez el tránsito. Seguía aturdido por el avión y el poco descanso. Mi mente seguía enganchada a la rutina y a mi alrededor pasaban cosas. AGB circulaba catálogos, MPR tiraba consignas feministas y a CC se lo ocurrió que tomar el micrófono y saludar y presentar a cada una de las 40 personas era una gran idea para mitigar la espera en el embotellamiento. En el transcurso de esas salutaciones pasaron algunas cosas curiosas, descubrí que había un grupo de cuatro mujeres argentinas del norte (Catamarca, Tucumán y Salta) que se habían sumado a la propuesta y cada tanto algunos de los saludados pedía el mic para compartir algunas palabras de beneplácito y bienvenida. Lo más notable fue la frase que acuñó RLT, el mejicano tejano quién consultado acerca del viaje que estaba por emprender al Perú contestó a sus íntimos «me voy a una reunión familiar». La empalagosa ternura de sus palabras la volvieron una referencia reiterada durante varios discursos. Se fundó la familia, nadie preguntó que apellido llevamos pero se me ocurren algunos.

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                 Bajamos en la Plaza Central, algunos ya habíamos recibido nuestros chalecos personalizados, otros tuvieron que esperar la segunda tanda. Después de que un grupo de vendedoras me preguntara 19 veces si quiero comprar souvenirs con forma de Alpaca caminamos unas cuadras hacia el museo del Banco Central de Reserva del Perú. Estaba repartido en dos edificios y era una mezcla ecléctica entre arte moderno, objetos precolombinos y piezas numismáticas. La estancia allí fue breve y la mía más porque me escapé. Me habían gustado unos trípticos que repartían en el museo y se me ocurrió preguntar si no serían tan amables de darme unos 400 para llevar a repartir en un evento en argentina. Uno suele asumir que esas cosas no ocurren y evita preguntar para no hacer el ridículo, pero que más da. La señora a la que le lancé mi indecente propuesta indicó que hablaría con su superior en la sede central del Banco. Acostumbrado a los empleados públicos argentinos asumí eso como una negativa pero a los pocos minutos la misma señora me hizo una seña a la distancia y me preguntó si yo era capaz de molestarme en ir a la sede Central del BCRP a retirarlos. Dicho y hecho, allí me esperaba otra señora de los más amable, quien estaba maravillada con que los numismáticos argentinos admiremos y disfrutemos de las monedas y billetes que ellos con tanto esmero emiten. En pocos minutos y sin desconfianzas de ningún tipo salía de uno de los edificios más seguros de la ciudad con un pesado paquete de imprenta y una sonrisa en mi cara. Punto para Perú.

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                     Encontré al grupo saliendo del museo y llegue a tiempo para la primera de las tantas fotos grupales que espero algún día ver. Caminamos por una peatonal y nos dispusimos a almorzar en el plan B, porque el plan A estaba cerrado. Los dueños de un bello comedor en una casona de época salvaron la semana cuando tomamos por asalto el restaurante y les ocupamos casi 50 sillas. Sin duda el lugar era bueno y hacía rica comida típica. Pero que te caiga un malón a la hora de cierre no hay muchas cocinas que lo resistan. Ergo, comí frío y mis papas a la huancaína nunca llegaron por falta de stock. Perdonado.

                            Calmadas las fieras y habiendo tomado unas fotos con los típicos balcones de madera del casco histórico enfilamos la tropa hacia el edificio de la Casa de la Moneda de Lima. Durante la marcha los vendedores se acercaban respetuosamente. El de los churros tenía la posta. Y dulce de leche. Ahora sí.  En la Casa de Moneda nos esperaba el Gerente mismo, quien se unía a la delegación a partir de allí y nos acompañó durante los 4 días restantes. Reunidos en el Patio delantero nos ilustró con algunos datos sobre el edificio, que fue concebido a fines del siglo XIX cuando la ceca se amplió y modernizó y ampliado sucesivamente con el correr del tiempo.

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                        La visita fue impecable y nos permitieron recorrer cada uno de los procesos de una de las fábricas de moneda mas completas de sudamérica. Laminación, acuñación, empaque, control de calidad, departamento de arte y gravado, apertura y reproducción de cuños y la recientemente incorporada prensa de monedas conmemorativas tipo Proof. Todo en pleno funcionamiento y con sus técnicos dispuestos a la conversación. Oportunidades que se aprovechan y disfrutan. Al final del recorrido el museo, que a diferencia del que habíamos visto más temprano, este SI estaba cargado de monedas, medallas, billetes y lo mejor de todo, cuños y punzones que se remontan a las primeras épocas de la casa. Un deleite para los ojos. El resto de los sentidos los estimularon con un cóctel bastante generoso. A la salida, una medalla de obsequio y una tarjeta tridimensional con las medidas de seguridad de los billetes. Día cumplido. Cena con amigos, charla y distensión nocturna con JM, LL y otros amigos. Mañana seguimos.

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